Ynmaculada Cruz Hierro| Santo Domingo. RD. La primera vez que Joan Manuel Serrat cantó en República Dominicana la fiel acompañante “Penelope”, del compositor español Augusto Algueró, era un fenómeno de difusión, a partir de su lanzamiento en 1969.
Bellas Artes acogió esa vez al cantautor español en un concierto inolvidable, que él mismo lo rememoró en su primera entrega (el miércoles) de los dos conciertos de su gira de despedida “El vicio de cantar. Serrat 1965-2022”, en el Teatro Nacional Eduardo Brito, donde dio el permiso a los presentes de presumir ser parte de ese momento histórico, e incluso pidió no arrojar los boletos.
Desde bien avanzado el siglo XX Serrat visitó el país muchas veces, entregando sus canciones, relatando historias y personajes que fueron transitando por la vida y dejando huellas, mucho más visibles, en sus admiradores.
Nostálgico, emocionado, triste y, a la vez, feliz, se le vio en el escenario interpretando un puñado de temas que reflejaron su vida, trayectoria y definieron su carrera de más de 50 años.
Canciones que llegaron acompañadas de historias, de recuerdos y de la vida de los personajes que protagonizan las mismas. “Dale que dale”, “Mi niñez” y «El Carrusel» del furo” comenzaron a dar fuerza de lo que sería una noche memorable.
Sobre sus canciones se preguntaba sobre las siguientes (“Romance de Curro el palmo” y “Señora”). “Quizás podrían pasar por verso de Yupanki (Atahualpa). Yupanki se preguntaba, y yo también lo hago, qué son las canciones, a dónde van, de dónde vienen, qué traen, qué dejan?”
“Según el diccionario de la lengua, una canción es una composición en verso para ser cantada, o sea, que hay letras y música; un matrimonio de conveniencia (que no tiene por qué ser malo). Una canción es una historia en la que los personajes se mueven al son de la música”, expresó.
De los protagonistas de sus historias, los personajes, explicó que estos transitan en un limbo de emociones entre la verdad y la fantasía. “Benito, Penélope, Lucía, Manuel, Alberto, Juan son solo insinuaciones que pueden venir de una realidad, pero llena de fantasía, para ellos, todos mis personajes venga todo mi reconocimiento y gratitud… así que la mujer que yo quiero, decía la canción, no se santificaba con agua bendita, es mentira se perfumaba en ginebra”, expuso arrancando la risa y los aplausos del público.
“Lucía”, “No hago otra cosa que pensar en ti”, “Algo personal” continuaron para luego rendir homenaje al poeta español Miguel Hernández con su emblemática “Las nanas de la cebolla”.
“Recordar a Miguel Hernández –dijo Pablo Neruda- que desapareció en la oscuridad y recordarlo a plena luz, es un deber de España, un deber del mundo, es un deber del amor.
Entre la emoción y los aplausos de un público con los sentimientos a flor de piel, Serrat continuó interpretando otras tan simbólicas como “Para la libertad”, “Cancó de Bressol”, “Hoy por ti mañana por mí”, “Es caprichoso el azar”, “Hoy puede ser un gran día” y “Los recuerdos”.
“El cuándo de una canción eso es cosa de ustedes, porque una canción existe no porque alguien la canta, si no cuando alguien la escucha, es un placer compartir una canción con alguien tan maravilloso como Maridalia Hernández”, fue la introducción para cantar junto a la dominicana “Aquellas pequeñas cosas”, logrando una magistral interpretación.
El final se acercaba y entonces llegó “Mediterráneo” uno de sus grandes éxitos que sus fanáticos lo vieron vocalizar por última vez. Los aplausos de pies, de toda una sala repleta de fanáticos movían las fibras del cantautor que de sus 24 temas estuvieron “Pare”, “Cantares”, “De vez en cuando la vida” y “Fiesta”.
Con la triste “Penélope” se despidió para siempre de los escenarios dominicanos.
Al menos queda una promesa que hizo antes de despedirse del público: “Dejo los escenarios, pero no dejo de vivir, no dejo de querer, no dejo de cantar, por tanto si amo la vida, amo la música, la luz, que no quepa dudas, que no volveremos a encontrarnos por aquí por alguna calle de República Dominicana”.